Cómo perder un cliente habitual en 2 minutos y la sutil arte de conservarlos

Hoy, en mi rutina diaria de depravación y gasolineras, decidí llevar mi sagrado brebaje, un Monster que alimenta mi somnolienta mañana. Aunque esta vez, lo deposité en su lugar y me aventuré hacia el trono del baño con el objetivo de echar una señora meada. Al regresar, cogí de nuevo mi pelotazo de energía y al aventurarme hacia la caja, como si la parca misma hubiera tomado forma de una empleada de la gasolinera, me acusó de un crimen absurdo: ¡beber cerveza en el baño! Una hazaña digna de un Nobel en creatividad criminal, considerando que ni siquiera consumo esa amarga poción llamada cerveza.

La señora de las acusaciones y las amenazas sobre cámaras de seguridad parecía disfrutar de su papel de detective de pacotilla. ¡Oh, cómo me sentí tan apreciado y valorado como cliente habitual! Ahí estaba yo, en mi rincón poético de la gasolinera, siendo etiquetado como un ladrón bebedor clandestino de cerveza, debo añadir en mi defensa que ni siquiera me gusta la cerveza, en realidad solo buscaba la paz interior, mi chute de adrenalina mañanera y no una condena pública.

En dos minutos, mi estatus de cliente fiel se esfumó, como la esperanza en un bar de mala muerte. ¿Cómo evitar este destino cruel? Quizás, en lugar de juzgar a los clientes por crímenes ficticios, podrían reservar su energía para mantener las existencias frescas y los baños limpios. Pero claro, eso sería demasiado sensato y mundano para este oscuro rincón de la civilización llamado gasolinera.

Así que, queridos lectores, si desean conservar a sus clientes, eviten acusaciones descabelladas y enfoquen su atención en ofrecer servicios decentes. No todos somos maestros del crimen, algunos solo buscamos llenar el tanque y el alma con un poco de gasolina y energía artificial.

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